Edipo o en búsqueda de tu verdad
Sófocles plasma en su más que doble milenaria tragedia un evento que nos atraviesa en lo que se denomina el Ciclo Tebano.
La tragedia no comienza con Edipo sino con su padre, Layo, el heredero del reino de Tebas, quien huye desterrado encontrando refugio en el rey Pélope quien gobernaba el Peloponeso. El principio de hospitalidad es pasado por alto por Layo. Principio que también llevó a Menelao a hacer la guerra contra Troya porque Paris también lo violó al robarle a su esposa Helena, parece que muchas tragedias aparecen como consecuencia de la violación del principio de hospitalidad.
Esto de las maldiciones que caen sobre los hijos como consecuencia de las acciones de los padres me recuerda a una frase del profeta hebreo Jeremías:
"los padres comieron la uva agria pero son los dientes de los hijos los que tienen dentera".
Un guiño para Freud por si me está escuchando.
La cuestión es que Layo pasa por alto dicho principio al enamorarse perdidamente de Crisipo un adolescente a quien el futuro rey de Tebas persigue y el cual no cede a sus deseos. Layo, entonces lo viola, así sin más (Años más tarde se dice que Layo fue el primer pederasta de Grecia).
Crisipo ante tal deshonra se quita la vida y, como consecuencia, Pélope maldice a su refugiado diciéndole que su linaje se exterminará a sí misma. Básicamente le desea a Layo lo mismo que le ocurrió a él, ya que Crisipo era nada más y nada menos que su propio hijo.

Layo huye, regresa a Tebas donde es proclamado rey y se casa con Yocasta, quien no puede tener hijos. Como era costumbre en esa época se recurre al oráculo del dios sanador Apolo, en Delfos, en busca de una solución a su problema. La pitonisa anuncia que tendrá un hijo pero agrega "tu hijo matará a su padre y se acostará con su madre". Este enunciado revive irremediablemente los fantasmas de la maldición de Pélope ya anunciada años atrás.
Layo intenta como consecuencia y por todos los medios ahora que no nazca su hijo pero el Oráculo nunca se equivoca: Yocasta queda embarazada. Layo espera los meses de rigor y cuando nace, ve un niño con los pies hinchados, deformes y lo llama Edipo, que significa "pies hinchados". Según algunos fue el mismo Layo quien destrozó los pies de su hijo para que no escape (un padre ejemplar); pero qué podemos esperar si los hombres son el reflejo de sus dioses ¿no se comía a sus hijos Cronos para que no le usurpen su reinado?
Edipo es entregado a un sirviente que debe cumplir la tarea aberrante de deshacerse de él. En vez de matarlo por pena se lo entregan a unos pastores que a su vez lo entregan a los reyes de Corinto: Polibo y Peribea. Edipo cumple con el patrón arquetípico del nacimiento y crianza de los héroes: ser huérfanos y adoptados (Moisés es adoptado por la Princesa de Egipto, igual historia se describe con el fundador de Egipto, Sargón.
Jesús hijo de Dios es criado por un padre adoptivo José el cual la tradición lo llamó Pater Putativus, cuya abreviatura era P.P. por eso a los José les suelen decir Pepe como sobrenombre en honor al padre "adoptivo" de Jesús.
Pero también podemos pensar en los padres de Súperman, El hombre araña, Batman. Todos los héroes antiguos y modernos son huérfanos de uno o de ambos padres, y son criados por sustitutos o tutores de quien aprenden los valores) Pareciera que la orfandad describe una ruptura con la estructura del clan familiar y una forma de hacerse cargo de sí remediando el miasma o mancha familiar.

Pero este no es el caso de Edipo quien cuando ya es grande el Oráculo le anuncia "Matarás a tu padre y te acostarás con tu madre". Ante tal profecía el de los pies hinchados huye, con el fin de evitar el cumplimiento del Oráculo. En un cruce de caminos se encuentra con un viejo con quien se disputa quién pasa primero (parece que el problema del tránsito y las peleas entre conductores es un evento mitológico). El viejo se pelea con Edipo que con los pies deformes y todo, lo termina matando. Edipo no sabe que ese viejo era su "viejo", Layo. El tema del "no saber" es central en la tragedia de Sófocles al igual que el oráculo que es el que "sí sabe". Saber y no saber oscilan en la búsqueda de la verdad, una verdad que como dice Foucault en "la verdad y las formas jurídicas" se va ensamblando de forma simbólica.
La cuestión es que Edipo no sabe que el viejo del cruce de caminos es su progenitor y lo mata, y se dirige sin saberlo también a Tebas que es amenazada por una Esfinge, un monstruo alado con cabeza de león que le plantea un enigma so pena de que de no resolverse será devorado. Edipo lo resuelve sin mayores dificultades y libera a Tebas de la maldición, como recompensa Creonte el rey regente luego de la muerte de Layo le otorga la mano de la viuda Yocasta que es nada más y nada menos que su mami.
Con el correr del tiempo una peste enviada por el dios impacta contra los habitantes de Tebas. Nadie sabe por qué ocurre, ni siquiera Edipo, con lo cual va a consultar el Oráculo de Delfos otra vez, acá comienza Edipo Rey de Sófocles, con la búsqueda de por qué ocurre la peste en la ciudad. Estamos ante lo que se denomina solidaridad familiar y pecado de comunidad. Una creencia antigua que podríamos definirla de la siguiente forma: cuando hay un pecador no confeso todo el clan sufre y la comunidad también.
Tiresias el adivino, ciego pero no boludo, puede percibir lo que sucede e insiste a Edipo de que consulte el Oráculo. Este anuncia la peste no cesará hasta que no sea encontrado el asesino de Layo. Pero este no es el único mal: el matrimonio incestuoso de Edipo y Yocasta y los hijos que de esta unión nacieron.
Ni Edipo ni Tiresias se caen muy bien que digamos, y el ciego adivino, insiste en que el rey tiene algo que ver (en los dos sentidos posibles de esta frase ). Claro que el rey se siente acusado de algo que no hizo. Y para probárselo se compromete sin saberlo (otra vez el no saber) en descubrir al culpable.

Las piezas se van ensamblando en la tragedia y el rompecabezas se va armando, el gran "resolutor" de enigmas, Edipo, de golpe cae en cuenta, toma consciencia de que el asesino de Layo es él. Horrorizado va a ver a Yocasta quien se colgó luego de enterarse. Ante tal horror Edipo hunde sus dedos en la cuenca de sus ojos y se los arranca. Ciego y ensangrentado huye. Con el tiempo sus hijos se matan entre sí y Antígona se suicida, cumpliendo así la maldición de Pélope de que su descendencia se extinguiría a sí misma.
La gran tragedia de Sófocles es un recordatorio de las fuerzas que juegan en nuestro interior de la búsqueda de la verdad a través de enigmas casi oraculares. Una verdad que no puede ser descubierta por otros sino por nosotros mismos. Una verdad que muchas veces puede ser horrorífica y tremenda pero que mientras permanece en secreto, secreta, supura, hiede.
La tragedia es no saber lo que debemos saber y darnos cuenta que no podemos huir de aquello que no sabemos. Lo que no sabemos de nosotros mismos, lo que nos es inconsciente nos persigue como una maldición y se convierte en destino y karma. Tiresias aunque ciego puede ver algo que Edipo aún viendo no ve. Por eso se arranca los ojos porque no pudo ver lo que estaba delante de sus narices todo el tiempo y porque queriendo huir de lo inevitable intentó burlar el designio divino.
Freud se inspiró en esta tragedia griega para dar cuenta de uno de los fenómenos psíquicos a los que denominó complejo de Edipo. Rolón en el prólogo al libro el Psicoanálisis sí cura de D. Nació, dice:
"el complejo de Edipo no es una historia de amor, sino una historia de sexo, una historia de deseos, de cuerpos y de placer, el deseo sexual vivido por un adulto pero albergado en la cabecita de un niño de 4 años".
Me parece medio fuerte pensarlo así, creo que la historia de Edipo es la tensión dialéctica entre lo consciente y lo inconsciente, entre el saber y no saber, entre el ver y la ceguera, entre la verdad y lo oculto. En este sentido el termino griego para verdad es revelador, alethéia, no designa algo contrario a la mentira, sino contrario a lo oculto. La verdad es aquello que está desocultado. Saber la verdad es descubrir lo oculto, lo secreto, lo que no podemos ver.
El inconsciente como nuestro oráculo nos anuncia la verdad por descubrir y nosotros somos los encargados de ensamblar el rompecabezas y resolver el enigma. La cuestión es si nos haremos cargo de nosotros mismos o como Edipo huiremos más ciegos de lo que estábamos.La gran tragedia de Sófocles es un recordatorio de las fuerzas que juegan en nuestro interior de la búsqueda de la verdad a través de enigmas casi oraculares. Una verdad que no puede ser descubierta por otros sino por nosotros mismos. Una verdad que muchas veces puede ser horrífica y tremenda pero que mientras permanece en secreto, secreta, supura, hiede.
La tragedia es no saber lo que debemos saber y darnos cuenta que no podemos huir de aquello que no sabemos. Lo que no sabemos de nosotros mismos, lo que nos es inconsciente nos persigue como una maldición y se convierte en destino y karma. Tiresias aunque ciego puede ver algo que Edipo aún viendo no ve. Por eso se arranca los ojos porque no pudo ver lo que estaba delante de sus narices todo el tiempo y porque queriendo huir de lo inevitable intentó burlar el designio divino.
Freud se inspiró en esta tragedia griega para dar cuenta de uno de los fenómenos psíquicos a los que denominó complejo de Edipo. Rolón en el prólogo al libro el Psicoanálisis sí cura de D. Nació, dice que "el complejo de Edipo no es una historia de amor, sino una historia de sexo, una historia de deseos, de cuerpos y de placer, el deseo sexual vivido por un adulto pero albergado en la cabecita de un niño de 4 años". Me parece medio fuerte pensarlo así, creo que la historia de Edipo es la tensión dialéctica entre lo consciente y lo inconsciente, entre el saber y no saber, entre el ver y la ceguera, entre la verdad y lo oculto. En este sentido el termino griego para verdad es revelador, alethéia, no designa algo contrario a la mentira, sino contrario a lo oculto. La verdad es aquello que está desocultado. Saber la verdad es descubrir lo oculto, lo secreto, lo que no podemos ver.
El inconsciente como nuestro oráculo nos anuncia la verdad por descubrir y nosotros somos los encargados de ensamblar el rompecabezas y resolver el enigma. La cuestión es si nos haremos cargo de nosotros mismos o como Edipo huiremos más ciegos de lo que estábamos.
