Narciso y el amor de Eco

10.12.2019

"El amor no es una posibilidad, no se debe a nuestra iniciativa, es sin razón, nos invade y nos hiere"
Levinas

Unas palabras sobre Ovidio

Eros sigue haciendo de las suyas. Hay algo peor que un amor herido: ofender a Eros. No por nada Sócrates en el dialogo Fedro se retracta al darse cuenta que sus dichos pudieron ofender al divino dios. Ya vimos lo que le pasó a Apolo por andar burlándose del pequeño demonio alado.

Pero cuando Eros hiere por sentirse ofendido la cosa no es divertida para quien es su víctima.Narciso era un joven hermoso y muy apuesto. El lindo del barrio, el codiciado por las chicas. Hay dos versiones del mito, la más conocida nos viene contada por Ovidio. Hasta ahora no le dediqué al poeta ni unas líneas así que antes de seguir con Narciso, voy a honrar al poeta, no sea cosa que se ofenda pos mortem. Su nombre completo era Pluvius Ovidius Naso nació un 20 de marzo del 43 antes de Cristo, de signo piscis (perfecto para un poeta). Su padre quería que estudiara derecho así que empezó a formarse en esa época en el arte de la retorica con varios oradores y maestros de elocuencia. Su papito, parece que era un tipo exigente, le decía que se iba a morir de hambre siendo poeta, y el joven Ovidio le respondía:

"perdóneme, padre, puedo jurar

Que nunca volveré a versificar"

Por si no te diste cuenta es una respuesta en verso, con lo cual se imaginan la cara de papá. Parece que cuando escribía lo hacia siempre de forma métrica (hay gente que la poesía la transpira).

Si de amor se habla Ovidio tiene que estar, casi toda su obra está consagrado al amor romántico: Las Heroidas es un compendio de supuestas cartas escritas por heroínas como Ariadna a sus amantes, claro recordemos que la pobre Ariadna le hizo a Teseo la segunda sosteniéndole el hilo desde la puerta del laberinto y el "héroe" volvió a Atenas con otra (un copado). En fin, la cuestión es que si de amores neuróticos, despechados o heridos se trata, Ovidio te va a hacer el verso. El más piola de sus textos es el Arte de Amar, una especie de poema didáctico (sí didáctico escuchaste bien), te enseña desde dónde conseguir minas, hasta como conquistarlas y mantener el amor, etc (hay que leerlo urgente). En definitiva te da clases de cómo hacer el verso y no morir en el intento.

Eric Fromm filósofo y psicólogo del siglo XX, quizás inspirándose en Ovidio escribió El Arte de Amar, un breve y simple ensayo, pero muy recomendable sobre este arte que todos queremos practicar pero que nadie se preocupa por aprender realmente... y cuanto problemas nos causa. Creemos que amar es cuestión de casualidad, de sentimientos, de vaya uno a saber qué, pero si es un arte, hay varias cuestiones a tener en cuenta, no da lo mismo amar de cualquier forma, al ser un arte uno lo puede aprender, practicar y perfeccionar.

Narciso y Eco

Bueno ya cumplí con Ovidio ahora me voy a meter con el bello Narciso. Según cuenta el poeta era hijo de una Ninfa. Siempre hay una ninfa metida, o es la madre o es la enamorada. Ya vamos a ver quien es en este caso. Entonces hijo de una ninfa llamada Liríope que se enamoró del dios río Cefiso. Cuando nació, sus papis como era costumbre de la época, fueron a consultar al adivino sobre el futuro del niño, las culturas antiguas concentraban en el adivino del pueblo a diversos personajes modernos: el médico, el cura, el psicólogo, el obstetra (un combo completo), eran personajes sumamente sabios, tenían una conexión con algo más que los hacía personajes únicos. En línea general eran ciegos. Ya dije en algún otro momento que la ceguera estaba asociada a la sabiduría, al ver las cosas desde otro lugar, una especie de ceguera ante el mundo de las apariencias terrenas pero con capacidad de ver lo trascendente, el mundo más allá del mundo. En este sentido el Adivino Teresías cumple con todos los rasgos. Tiresias ya había acompañando a Edipo, por si no se acuerdan a consultar el oráculo. Y parece que fue Tiresías el que les anunció a Layo y Yocasta el trágico final. La cuestión es que el adivino le dijo a los flamantes padres de Narciso "el niño vivirá hasta viejo si no se contempla a sí mismo". Una vez que llegó a la adolescencia comenzó a ser un joven sumamente atractivo y bello para las ninfas que andaban en los bosques. La ninfa Eco una doncella conversadora y parlanchina se enamora de bello mancebo de relumbrante belleza. El tema es que se armó un trío amoroso de características mitológicas, el dios Pan, estaba enamorada de la ninfa incluso algunos cuentan que Pan y Eco fueron amantes y hasta fue mamá de un hijo, un joven llamado Iynx, pero según nuestro mitógrafo preferido Ovidio, Eco no le daba ni la hora. Pan era muy bajo, con las piernas peludas y pezuñas (¿no se cortaría las uñas de los pies?) ojos saltones como de cabra y cuernos (no sean mal pensados), era un dios del bosque. Así feo y todo era un dios alegre que regía los rebaños y tocaba la flauta. Pero claro, era tan feo y daba tanto miedo que dicen las malas lenguas que a quienes eran sorprendidos en el bosque por la noche, el dios Pan hacía sonar su flauta y se escuchaban sus pasos lo cual daba "pánico" (palabra que por si no te diste cuenta deriva del dios). La cuestión es que la Eco se terminó metejoneando del bello Narciso y eso a Pan le dio por las pezuñas. Le echó una maldición a lo Cacho Castaña (Ojalá que no puedas...), condenando a Eco, la joven parlanchina a repetir siempre y por la eternidad la última sílaba.

En una ocasión mientras Eco espiaba al bello Narciso discurrir por el bosque, el mancebo altamente agraciado se sintió medio observado preguntó "quien anda ahí", y como la ninfa había sido condenada a repetir la última silaba... Narciso escuchó "ahí... ahí...ahí"; intentó nuevamente entablar una conversación pero nuevamente la ninfa solo repetía sin descanso la última sílaba. Narciso que no se anda con boludeces e incapaz de amar le "dio el olivo" también a Eco al igual que las otras ninfas.

Eco por su parte se sintió tan despechada, despreciada, herida que se retiró al fondo de una cueva y comenzó a morir en la soledad. Con el tiempo solo quedó la maldición del dios Pan y su condena de repetir la última sílaba de quien habla. Solo quedó su eco repitiendo la frase una y otra vez en respuesta a una conversación que nunca inició. Antes de desvanecerse en el sonido repetitivamente sordo de su propio eco, la ninfa rogó a los dioses que se vengaran de Narciso por haberla despreciado. A los dioses les encantan los pedidos de venganza. Ya la biblia enunciaba a los futuros mártires "no se venguen amados sino cédanle lugar a la Ira (de Dios), porque está escrito 'mía es la venganza, yo pagaré, dice el señor'". En este pasaje tomado de la carta a los Romanos el apóstol Pablo ruega a los cristianos a dejar la venganza en manos de Dios y no actuar por mano propia. Parece que esta costumbre de solicitar a Dios la venganza tiene que ver con una especie de código de conducta regulador de la sociedad. En las sociedades teocráticas el derecho de venganza recaía sobre Dios quien al verlo todo también tomaría cartas en el asunto. Dios como administrador de justicia se encargaría de vengar las malas conductas. Los griegos tenían a las Erinias o Euménides administradoras de la venganza, las Furias según los romanos, que se encargaban de darle a cada uno lo que le correspondía por sus actos. Se las muestra como una especie de demonios alados que desde sus cabellos salen serpientes y llevan en su mano unas antorchas y látigos. Enloquecen a sus víctimas y las torturan de mil formas y maneras. La misión que tienen es vengar los crímenes especialmente los crímenes propios de contra la familia. Son divinidades nacidas de la castración de Urano, según Hesíodo, divinidades antiguas que no reconocen a la tercera generación de dioses. Al igual que las Parcas, Zeus se somete a sus leyes. Es interesante que Afrodita, la nacida de la espuma, también es nacida de la castración. La diosa del amor y las diosas de la venganza son hermanas nacidas de un acto de violencia. No por nada el amor se viste de odio y despecho cuando se siente despreciado. Sin embargo, la diosa encargada de vengar a Eco no son las Erinias portadoras de la furia, sino Némesis. Ahora vamos a ver por qué.

Los dioses aceptan los ruegos de Eco y se empeñan en vengar su desprecio. Para lo cual se hacen eco (ya que estamos) de la predicción de Tiresías. Recordemos que el adivino predijo que "viviría hasta muy viejo si no se contempla a sí mismo". Con lo cual Némesis se encarga de que Narciso salga de cacería un día de muchísimo calor, con lo cual seco de sed el joven se inca con el fin de beber del agua de una fuente. Allí ve reflejada la imagen de su terso, juvenil y bello rostro, tan bello que se enamora a primera vista de sí mismo. Indiferente al resto del mundo se deja morir, inclinándose sobre su propia imagen espejada en el agua. Después de muerto, dice nuestro amigo poeta Ovidio, Narciso busca verse reflejado en el río Estigia, el río por donde navega Caronte. Una vez muerto en lugar de su cuerpo encuentran una bella flor a la que le dan el nombre del bello joven.

Quiero hacer algunas reflexiones sobre este mito. En principio quiero tomar a Némesis que aparece arriba. Ella es una diosa de la venganza pero a diferencia de las Erinias que se encargan de vengar los crímines contra la familia, Némesis se encarga de vengar, o administrar justicia contra los crímenes contra los dioses. A los dioses el único pecado que les jode es hybris. Hybris es un orgullo desmedido, una desfachatez, un deseo de ser como dios. Y lo cierto es que la ninfa Eco cuando pide venganza lo que pide es que se haga justicia porque este joven bello y agraciado al despreciar a todas. Recordemos que hasta los dioses se casaban con mujeres mortales, sin demasiadas pretensiones, pero a Narciso no había nadie que le venga bien. Con lo cual lo que induce a pensar es que el joven engreído y pagado de sí mismo se creía más hermoso que un dios.

En segundo termino Némesis se encarga de que su propio don sea su perdición. Cuando poseemos un don, algo de lo cual gloriarnos, si actuamos con desmesura, con engreimiento el mismo don se vuelve contra nosotros. Lo mismo de lo que nos gloriamos termina siendo nuestra ruina. Me acuerdo de un ensayo de Galeano, Envidias del Alto Cielo:

Creen los Mayas que al principio de la historia, cuando los dioses nos dieron nacimiento, nosotros, los humanos, éramos capaces de ver más allá del horizonte. Entonces estábamos recién fundados, y los dioses nos arrojaron polvo a los ojos para que no fuéramos tan poderosos. Yo pensé, en esa envidia de los dioses, cuando supe que había muerto mi amigo René Zavaleta. René, que tenía una inteligencia deslumbrante, fue fulminado por un cáncer al cerebro. De cáncer de garganta había muerto, medio siglo antes, Enrico Caruso.

Dentro de esta línea pienso en Freud que tuvo un cáncer en la boca siendo el uno de los principales promotores de la cura por la palabra. Cuánta ironía de los dioses.


Freud desarrolla la idea del "narcisismo" por primera vez en 1910 cuando intenta explicar el amor homosexual, donde el neurólogo dice que: 

"éstos se toman a si mismos como objetos sexuales". 

Un años después va a desarrollar bajo esta idea una etapa de evolución intermedia. Ahora desde el mito podemos observar varias ideas, en principio, el gravísimo pecado de hybris cometido por Narciso tiene que ver con que, como dije antes, el rechazo a todas lo llevó a un repliegue de sí mismo. En todas hay algo que no me gusta, una falta, en cambio mi belleza es perfecta.

En el mundo griego la belleza era venerada. Basta con ver las esculturas para percatarnos que había un culto a la belleza corporal. En cada ciudad había un gimnasio donde se podían practicar distintos deportes que tenían como objeto modelar el cuerpo. El termino gimnasio de hecho de origen griego tiene un significado especial; cito algunos ejemplos: el adjetivo gymnós significa desnudo, sin vestir; el verbo gymnoo quiere decir desnudar, y en la voz media o pasiva, implica ser desnudado; gymnosis, desnudamiento, desnudez (qué espectáculo para las chicas de la época ir a ver a los jóvenes practicar ejercicios). Sí, señora si está leyendo esto no se horrorice, los griegos hacían ejercicios en bolas, literalmente.

Tal es así que cuando la nación judía bajo Antíoco IV Epífanes cae bajo las costumbres griegas se construyen gimnasios que escandalizan a los judíos para quienes la desnudez es algo pecaminoso, y muchos de los judíos que gustaron de la helenización, empezaron a participar de los ejercicios gimnásticos como dios los trajo al mundo para parecerse a los griegos cuyo cuerpo eran tan "perfecto". El tema es, ahora qué hacemos con la circuncisión, porque  para un griego la misma quita belleza al cuerpo, es una costumbre que corta lo bello (ponele); en otras palabras los jóvenes judíos que querían ir al Sport Club o al Megatlón de la época, se hacían otra "operación" para disimular la falta de "polerita" ( ay...no quiero imaginarme cómo).

En el diálogo Cármides podemos ver a Sócrates ir al gimnasio de Taurea y vislumbrar al joven Cármides de unos dieciocho tiernos añitos poco más, y al filósofo que lo mira con "cariño" para enseñarle varias cosas a cambio e otras. De hecho el filósofo tiene un episodio visible bajo la toga que delataba su agrado hacia el joven (esto esta "chequedo", aclaro). La conversación se desarrolla sobre la belleza del rostro del joven así como sobre su deslumbrante desnudez, y se lo quieren presentar a Sócrates bajo la excusa de que el filósofo puede enseñarle unas hierbas y un ensalmo para el dolor de cabeza. Momento que cuando el bello Cármides, se acerca y... "ups" Sócrates se percata que la toga cobra vida propia. En fin al filósofo se la "bajan" los ánimos y el episodio semi pornográfico se reorienta hacia la belleza interior que debe ser coherente con la exterior. Con esto solo intento ilustrar la veneración que el mundo griego insufló sobre la belleza y de paso, les chusmeo algún episodio gracioso de la filosofía.

Ahora bien, Narciso se creía tan lindo, tan bello, que no consideraba a ninguna digno de poseerla. Una especie de hombre para todas y para ninguna. Narciso sabía que al aceptar el amor de una, renunciaba por otra parte, a la admiración de todas. De alguna forma el bello joven estaba dispuesto a perder la belleza de sentirse el centro de las miradas. Pero tampoco estaba dispuesto a elegir, porque toda elección lleva consigo la semilla de la renuncia.

Narciso intenta beber agua y para hacerlo debe inclinar su cabeza, en ese momento se ve a si mismo y se enamora perdida y mortalemente de su imagen reflejada. Vivimos en una sociedad narcisista. Al igual que el joven bello Nariciso agachamos la cabeza para beber de las aguas siempre fluyentes del historial de Facebook o Instagram. Ya no es el espejo de agua que me devuelve mi imagen sino que el otro cobra relevancia en tanto me refleja a mi mismo. Me veo en los ojos del otro, me enamoro de verme espejado en sus pupilas que me miran y me admiran. Me enamoro de ser mirado por todos sin compromiso de mirar a ninguno. Un narcisismo donde el otro toma relevancia como objeto que me refleja y me espeja, para devolverme mi propia y particular imagen. Cada "like" sobre una foto personal de perfil es una mirada que me dice "me gustas". Y veo reflejado en los comentarios las silabas de Eco que se repiten una y otra vez para recordarme la siempre viva mirada que necesito para sentir que existo para mi mismo, pero por sobre todo que "posteo, luego existo".

En otras palabras si Narciso viviera hoy no se diferenciaría de ninguno. Estaría como todos mirando su celular absorto en las redes observando sus Likes. Hay varios Narcisos modernos, hace poco un joven se suicidó luego de hacer una encuesta en redes por si debía vivir o morir. Ya sabemos cómo terminó.

Es una sociedad que no ama. Porque el amor implica por sobre todo la aceptación del otro. En tanto y en cuanto como Narciso estoy para todas y para ninguna y nada me contenta ni conforma, me repliego sobre mi mismo/a para morir bajo los influjos de mi reflejo.

Los hermanos Grimm inmortalizaron una versión femenina de Narciso. La bruja de Blancanieves se levantaba todas las mañanas y le preguntaba al Espejo Magico quien era las mas hermosa del reino. Y el espejo le devolvía la respuesta que ella quería escuchar. Flor de decepción se llevó cuando al nacer Blancanieves el espejo le dejó de devolver esa belleza única que la bruja creía tener. Blancanieves debía ser eliminada, porque si ella es la más bella, significa que a mi me falta belleza y que por ende, no soy perfecta. Un recordatorio de que a medida que van pasando los años el espejo se sincera con nosotros y nos otorga una visión honesta del paso del tiempo por nuestro cuerpo. Donde la belleza otrora juvenil se desnuda para dar paso a la experiencia que solo el tiempo otorga.

La búsqueda constante de la perfección tanto en uno mismo, como en el otro, es un signo de narcisismo. El narcisismo no tolera la falta, el error, la imperfección. No la acepta del otro ni en sí mismo. Exige perfección tanto de sí como del otro, en una relación insoportable tanto con el otro que es exigido y que nunca logra suplir las expectativas y en sí mismo que o bien se ciega a sus propios errores para no verlos o bien habita en una constante decepción consigo mismo. El narcisismo es encontrarle "la quinta pata al gato" y "el pelo al huevo".

Narciso agacha la cabeza pero no porque es humilde sino porque su ego le pesa y necesita mirarse en el reflejo de agua. El narcisista simula cierta humildad detrás de su perfeccionismo e inconformismo.

Por otro lado, el adivino Tiresías ya lo había advertido "vivirá muchos años y llegará a viejo si no se observa a si mismo". La única forma de "matar el narcisismo" es la auto exploración, la auto observación. Mirarnos y observarnos, no ya para enamorarnos, sino para volvernos contra nosotros mismos en un repliegue de sensible aceptación de la falta y la carencia. Si no nos exploramos ni nos observamos el narcicismo vivirá en nosotros hasta viejos. Narciso murió joven. El narcisismo es un vestigio de inmadurez. En un proceso de autoexploración el otro me sirve de espejo pero no ya para decirme cuán bueno, perfecto, bonito soy sino para mostrarme los hechos. El verdadero espejo no acomoda la imagen para agradarme, el espejo no me debe nada, solo me muestra lo que hay. Y puedo elegir aceptarlo o no. Cuando puedo aceptarme a mi mismo con mis fallas, mis carencias y mis errores, se habrá quebrantado mi narcisismo para poder amarme con un amor verdadero y puro, y entonves asi y solo así seré capaz, por consiguiente de amar a otro y ser amado por el otro.

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